lunes, 14 de septiembre de 2009



La oficina estaba compuesta por dos habitaciones grandes; una que quedaba al lado de la puerta y que estaba cubierta por bolsas de consorcio y la otra que estaba anexada por un pasillo también cubierto de bolsas. En la habitación del fondo, la denominada "Sala ejecutiva" los niños se juntaban a hacer las cosas prohibidas para la sociedad.

Nuestro refugio se encontraba en una avenida, el piso irónicamente no lo recuerdo, lo que si recuerdo es el rostro del portero, ese hombre que nos vio en estados deplorables, ese hombre que nos abrió sin dudar en noches de frió, noches de calor, siempre nos comprendió y supo que no le traeríamos problemas.

Hablando de problemas; el primer problema que tuvimos fue una noche, mejor dicho una madrugada, en la que ya estábamos pasados de alcohol y decidimos refugiarnos ahí, al llegar sacamos la llave y la introdujimos en la cerradura. . . la cerradura había sido cambiada y no podíamos entrar... por primera vez se nos negaba el ingreso a aquel mítico lugar.

El tiempo pasó, pasaron nuevas historias y con ellas nuevas experiencias, pero siempre ese lugar estará entre nosotros dos, ese legendario lugar, en el que vivimos experiencias nuevas, hablamos, lloramos y decidimos un buen día.. crecer.

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